sábado, 30 de julio de 2016

Un cartel de primera




Quienes se hayan detenido a leer el programa de fiestas de este año, habrán observado que presenta algunas diferencias con los de otras ocasiones. Además de que se prolonguen con un cuarto día festivo  y se inicien con la tradicional Misa pero esta vez acompañada de rondalla como efecto especial de  inauguración de las recientes obras de acondicionamiento del templo; tenemos este año el lujo de contar por segunda vez con la presencia de un grupo y un espectáculo infantil de primera categoría nacional y mundial,

  Maricastaña




Maricastaña y Bruno llegan de ese lugar arcano en el que nacen los cuentos. Miran al público a los ojos y acuden personajes como bandadas de pájaros a comer de sus manos. Tañen músicas, recitan fábulas, inventan disparates y hacen danzar a los polichinelas en el retablo. ¿Duerme el gato dentro de un sombrero? ¿Quieren ver cómo un payaso-equilibrista aguanta en su nariz una pesada barra? ¿Existe un desfile de ranas, moscas y diablos paseando ante el público? Todo es posible cuando Maricastaña y Bruno llegan convocados por la mirada transparente de los niños, aún mejor si están acompañados. 

Textos de: Ramón Gómez de la Serna, Juan Ramón Jiménez, Miguel Hernández, María Elena Walsh, Antoniorrobles

Espectáculo para los más pequeños, a partir de 2 años.


El jueves 11 de agosto a las 12:00 será  la segunda ocasión en la que los Titiriteros de :
Binéfar actuarán en la plaza de Troncedo. Una compañía de la tierra que ha presentado sus creaciones en todo el mundo y que ya fue reconocida en 2009 con el Premio Nacional de las Artes Escénicas para la Infancia y la Juventud. En esta ocasión vienen con una obra que a su vez también ha sido merecedora de importantes premios:


Premio al Mejor espectáculo de Títeres FETEN 2014; y
Premio del Público I Festival de Títeres de Los Yébenes 2014.

Así que ...

Si estás aquí mismo, si estás cerca, si no lo estás pero harás por estarlo,  si tienes niños/as, si llevas al niño y la niña que fuiste siempre contigo, si te gusta el teatro, si amas la poesía, si quieres asomarte a nuestro mirador pirenaico, si quieres gozar de todo esto y más ... 

¡¡¡nos vemos en Troncedo el día 11!










miércoles, 20 de julio de 2016

80 años para recordar


Tristes guerras
si no es amor la empresa.
Tristes, tristes.
 
Tristes armas
si no son las palabras.
Tristes, tristes.
 
Tristes hombres
si no mueren de amores.
Tristes, tristes.
 
Cancionero y romancero de ausencias
Miguel Hernández




Estamos recordando en estos días el 80 aniversario de unos acontecimientos nefastos de la reciente historia de España, la sublevación militar de aquel 18 de julio de 1936 conmocionó hasta el último rincón de este país. En todos y cada uno de los pueblos de España se sufrieron las consecuencias. Aún en el caso de que no llegara el estruendo de las balas y cañones directamente, en todos los lugares fueron movilizados los mozos para empuñar las armas. En El Caixigar del año 2015 incluíamos un pequeño artículo sobre los estragos que aquella guerra causó entre las casas de Troncedo.


Heridas de guerra

Recuerdo a José María de Soltero como una persona afable. Lo veo sentado en el pedrizo de la placeta de casa Baile y dejándome el tocho para jugar, siempre de buen humor. José María necesitaba del bastón para compensar la acusada cojera que trajo como “medalla” de la guerra civil. Recientemente me contaba Palmira que no fue como consecuencia de ninguna herida sino debido a la congelación sufrida durante una gran nevada que tuvo que soportar en plena batalla. Y no fue el único que vino con secuelas, yo misma he oído contar innumerables veces con gran pesar, cómo mi tío Miguel Lacambra de casa Albañil se trajo una infección de riñón mal curada, también “conquistada” en el frente, que terminó por llevárselo a la tumba con tan sólo 26 años. Y fueron también muchos los mozos que ni siquiera pudieron alcanzar ese momento dichoso de la vuelta a casa y el abrazo familiar. Mi madre me relataba cómo a lo largo de los meses e incluso años que siguieron al fin de la contienda, los jóvenes iban volviendo en goteo, todos en lamentables condiciones, después de haber pasado por inimaginables padecimientos que incluían en muchos casos la prisión y los campos de concentración, como ocurrió con Antonio Latorre de casa Albañil y Jesús Cavero de casa Torretas que estuvieron retenidos en el Fuerte del Rapitán, no así Salvador Olacia de casa Baile que, aún compartiendo destino con ellos, pudo librarse en el último momento de la prisión.

Cada vez que alguien daba la voz de aviso de que se veía venir a lo lejos un caminante con aire derrotado, todas las madres salían corriendo al encuentro, a comprobar si esta vez el que tornaba era el ansiado hijo del que no se tenía noticia. Pero hubo muchas que no pudieron consumar ese abrazo; con la ayuda de las hermanas Nieves y Amparo Senz, nacidas ambas en casa Torretas, hemos ido repasando la distinta suerte que corrieron otros mozos del pueblo, además de los ya citados. Vicente Castán de casa Viu, Higinio Solano de casa Salas, los hermanos Orencio y Enrique Lanau de casa Pascual, Ramón Fumanal de casa Blan y Emilio Laplana de casa Sarrat fueron seis que nunca volvieron. José Cavero de casa Torretas fue dado por desaparecido en un principio pero luego apareció y lo mismo ocurrió con José Beltrán de casa Solanilla, sólo ellos sabrían las peripecias que debieron pasar en medio de la confusión del final de una guerra en la que les tocó pelear por el bando perdedor. Otra suerte, aunque no creo que con menos dosis de amargura, fue la de José Mur de casa Castro que terminó como voluntario en la División Azul. A estas alturas todos sabemos que esa voluntariedad fue en, los más de los casos, bastante relativa, por no decir forzada.

 La suerte o el destino de aquellos campesinos soldados dependía a veces de tomar o no la decisión acertada, valga como ejemplo que el ya citado Orencio Lanau y Ramón Buil de casa Soltero estuvieron juntos retenidos en Barbastro y que, cuando uno de los jefes les dio permiso para regresar a casa, Ramón emprendió la vuelta a Troncedo pero Orencio decidió cruzar la frontera hacia Francia, sin llegar nunca a alcanzarla pues cayó abatido en algún punto del camino*.


No se agota la lista de movilizados en estos quince nombres que nos resultan tan familiares, fueron por lo menos otros tantos en un pueblo que entonces contaba con 25 casas, lo que significa que había muchas en las que llegó a haber dos hermanos luchando y, es más que posible que se cumpliera literalmente el término de guerra fratricida con el que se califica a la guerra civil española, pues en los últimos meses el caos y la desesperación en el bando republicano (los rojos) que era el que había movilizado a los de Troncedo fueron tremendos, y sabemos de más de uno de los soldados que, huyendo de la debacle final, se pasó a la zona nacional.

Pilar Ciutad

* Tras la publicación citada, alguien me comentó que el final de Orencio no fue exactamente así aunque el resultado de muerte fue el mismo.


Miguel Lacambra Garcés, soldado
(los marcos de hilos entrelazados los hacían los propios soldados en el frente)



No sé por qué piensas tú,
soldado, que te odio yo,
si somos la misma cosa
yo,
tú.

Tú eres pobre, lo soy yo;
soy de abajo, lo eres tú;
¿de dónde has sacado tú,
soldado, que te odio yo?

Me duele que a veces tú
te olvides de quién soy yo;
caramba, si yo soy tú,
lo mismo que tú eres yo.

Pero no por eso yo
he de malquererte, tú;
si somos la misma cosa,
yo,
tú,
no sé por qué piensas tú,
soldado, que te odio yo.

Ya nos veremos yo y tú,
juntos en la misma calle,
hombro con hombro, tú y yo,
sin odios ni yo ni tú,
pero sabiendo tú y yo,
a dónde vamos yo y tú...
¡no sé por qué piensas tú,
soldado, que te odio yo!


Nicolás Guillén