martes, 3 de febrero de 2015

Olor de santidad y alienación

Señorita, ¿tú vas mucho a Misa, verdad? Eso me preguntaba hace algunos años una chavalilla. Sin duda se había forjado cierta imagen beata de mi persona quizás por mis frecuentes referencias al santoral así como a las citas evangélicas, consecuencia de una educación sesentera en colegio de monjas y de los calendarios de aquellos tiempos en los que se recordaba ineludiblemente el santo del día, además, por supuesto, de las tradiciones y costumbres de mi entorno familiar y social.

 Quizás también si alguien se fija en los variados artículos de este blog dedicados a santos y festividades religiosas puede crearse la misma falsa imagen de mis devociones particulares. Sin embargo, si las lee con atención, no tardará en descubrir que, las más de las veces, detrás del santo o celebración, me esfuerzo en hacer referencia a los vínculos de dichas fiestas con anteriores tradiciones hundidas en la noche de los tiempos y fuertemente vinculadas con los ciclos de la naturaleza. Es el caso, por poner un ejemplo, de las recientes fiestas de los santos barbudos, celebrados generalmente prendiendo grandiosas hogueras que con luz y calor conjuran la oscuridad y el rigor invernales. Pero, mire Vd. que, entre barba y barba, la Santa Madre Iglesia se empeñó en su día en colarnos una intrusa.  Y que conste que no tengo nada en contra de la pobre Agueda de Catania, una víctima más de lo que en estos tiempos hubiéramos calificado sin duda como violencia de género, y que la hagiografía ha revestido de martirio y olor  a santidad. Mi rechazo es hacia el hecho de que se hiciera de ella “patrona de las mujeres”, símbolo y estandarte precisamente del sometimiento al que se las ha condenado secularmente en las sociedades cristianas y patriarcales de este país. Consagrando con la celebración de  “el día en el que mandaban las mujeres” la persistencia de los 364 días restantes del año en los que  se las recluía en el servilismo y la alienación.

Como dicen, con más gracia y más ritmo, los de la Ronda de Boltaña: 

¡Echa la cuenta, zagala, echa la cuenta 
de a cuanto sale el pizco que hoy te dejarán dar!: 
Trescientos sesenta y cuatro días 
serán otros los que pizcarán. 


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