martes, 13 de enero de 2015

Acher y LLarz

Elegir un nombre para un hijo o hija no es tarea sencilla en estos tiempos, excepto para quienes optan por mantener la tradición familiar. Y al final sucede que en estos casos, como puede ser el  de los dos pequeños Joaquines que tenemos en Troncedo, consiguen la  originalidad sin buscarla frente a una mayoría de  nuevos padres y madres que se acogen a las modas, los nombres de origen foráneo, o de personajes de  actualidad (hay más de una Shakira por los colegios de España, por ejemplo) o los que tienen una sonoridad especial ... y, cada vez más, los que vienen muy pegados al territorio.  Esta tarde un niño se ha quedado rezagado en el colegio, los papás no han podido llegar a tiempo a recogerlo; mientras esperaba en la Secretaría hemos entablado una amena conversación; nos ha contado que su nombre, Acher, correspondía al de una montaña del Pirineo con forma de castillo y que tenía una hermanita más pequeña que se llama Llarz (nos ha costado un poco entenderlo). Cuando la mamá ha venido le hemos preguntado con curiosidad el origen de ambos nombres, ha corroborado la información en relación al del niño e imaginad mi cara cuando me ha dicho que el de la niña correspondía al de una ermita de ... ¡¡¡Formigales!!!

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