domingo, 2 de noviembre de 2014

Como en la fiesta ...

"Hay tanta gente como para la fiesta ..." Eso es lo que me contaron que decía un vecino el pasado sábado en Troncedo. Y así era, estábamos otra vez de fiesta, prácticamente todas las puertas de las casas abiertas. Pero en esta ocasión era la fiesta del recuerdo, la obligación anual de acudir a visitar a los seres queridos que nos han dejado y de remozar las lápidas. En mi opinión, no lo hacemos tanto por ellos sino por nosotros mismos, porque este acercamiento, este esmero en no faltar a la cita, nos consuela de su pérdida y nos ayuda a sentir y reconocer su presencia en nuestras vidas. Una presencia alimentada por las innumerables llamitas de velas encendidas junto a todas y cada una de las tumbas de nuestro bonito cementerio.


    EL VIAJE DEFINITIVO

  …Y yo me iré. Y se quedarán los pájaros
cantando;
y se quedará mi huerto, con su verde árbol,
y con su pozo blanco.

Todas la tardes, el cielo será azul y plácido;
y tocarán, como esta tarde están tocando, 
las campanas del campanario.

Se morirán aquellos que me amaron;
y el pueblo se hará nuevo cada año;
y en el rincón aquel de mi huerto florido y encalado.
mi espíritu errará, nostálgico…

Y yo me iré; y estaré solo, sin hogar, sin árbol
verde, sin pozo blanco,
sin cielo azul y plácido…
Y se quedarán los pájaros cantando.

                                                                                          Juan Ramón Jiménez